ESPERANDO MORIR... en la oscura noche de Malvinas ... Por Alberto Juárez


El reloj indica que faltan menos de dos minutos, la espera se hace eterna... tensa...

Se instala en uno, una desagradable mezcla de sensaciones corporales: frió y sudor al mismo tiempo, las piernas flojas... la ropa mojada adquiere el fétido aroma del orín rancio acumulado, mezclado con la tierra, las heces y la sangre...

Las manos mugrientas..., infinitamente mugrientas parecen no ser nuestras..., casi con asco las vemos, ajenas a nosotros, manipular los instrumentos de la muerte. En un instante pienso que nunca más podré comer con esas mismas manos... que ya nunca volverán a prodigar una caricia a nadie, que ya no son manos, sino arañas brutalmente emancipadas que jamás obedecerán lo que mi mente o mi alma les transmitan...

Menos de un minuto..., la espera se torna insoportable, me mintieron de nuevo..., no es mi vida la que veo pasar por mi recuerdo, es la vida, que mañana muchos no van a vivir, la que me pasa por delante.

Treinta segundos..., estoy seguro que voy a morir hoy, y no me importa. De alguna manera sé que el fin llegará rápida y brutalmente..., no puedo pensar en otra cosa..., no puedo.

Ya no soy un ser humano, ni siquiera un animal..., la degradación que infunde el miedo no se olvida..., tampoco la furia que lo desplaza y todo lo gobierna..., nada de esto puede ser real..., nada de esto puede estar pasando...

Una mano, que antes fue parte de mi cuerpo, dispara la bengala..., el mensaje es claro para todos..., y ya nadie puede evitar, que una parte del infierno se instale en ese instante, en ese lugar...

Estoy aturdido..., las cosas siguen sucediendo dentro de una confusión imposible de narrar..., nada es descriptible..., todo es confusión y oscuridad..., no se a quien mato, ni porque..., somos patéticos muñecos, bailando grotescamente, los arrítmicos compases de la muerte.

Entonces entiendo lo que pasa, este invento macabro es el juego preferido del infierno..., sólo así se entiende..., es Satán que se adueñó de todos y de todo..., es su hora..., y la Bestia la disfruta.
Voy a matar de nuevo..., tengo el tiempo y la ventaja para hacerlo..., y así seguir jugando el juego que otros quieren...

¡¡¡ Matame gringo hijo de puta !!!... es lo que escucho gritar a mi boca desde adentro..., porque mis oídos ya no sirven y un chillido permanente los estalla.

Dos reflejos blanquecinos..., dos ojos detrás de un rostro deformado por la mugre y por el miedo, me miran un instante... para verme caer arrodillado..., y pudiéndome matar..., se pierden con su dueño, en la oscura noche de Malvinas ...

Alberto Juárez (1982)
 
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