“El valioso tiempo de los maduros”. De Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño) Enviado por Vic desde Ávila, España.

“…Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa.........

Sin muchas golosinas en el paquete...

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no se envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…..
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí…. tengo prisa… por vivir con la intensidad, que solo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar parte alguna, de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás......"

De Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)

Enviado por Vic, desde ÁVILA, España.

ÁVILA es la ciudad donde se encuentran el patrimonio, la historia y el arte, la gastronomía, la fiesta y la mística, la cultura y la naturaleza. ÁVILA es ciudad antigua, medieval, de las tres culturas, del Patrimonio de la Humanidad, del Camino de la Lengua, de la Red de Juderías. ÁVILA es ciudad actual, que se une a la modernidad, a la calidad turística, al confort, al turismo accesible y social. Sólo falta que venga para comprobarlo. ÁVILA te abre las puertas.

Foto: El Poder de la Palabra http://www.epdlp.com/
El Poder de la Palabra es una web dedicada a la prosa poética, en ella encontrarás fragmentos de textos literarios, así como la biografía e imágenes de sus autores....Para acompañarte en la lectura podrás ver también... obras de arte, imágenes de edificios, composiciones clásicas, bandas sonoras y una selección de los más importantes premios literarios, artísticos y culturales.

Acompañándome en mi desvelo... Por Alberto Juárez

Gallery Photography Posters: OLHARES FOTOGRAFIA ON LINE

Hace algún tiempo..., en circunstancias que no viene al caso mencionar ahora, me encontraba viajando en un tren con destino a Perú.

En el asiento contiguo, viajaba un hombre, cuya edad me resultaba imposible calcular. Con paso de las horas, la mutua, pero discreta observación, fue dando lugar al intercambio de comentarios intrascendentes, hasta que mi compañero, extrajo de un bolso tan viejo como él, una bolsita de papel con algún tipo de alimento y gentilmente me convidó...

En estas latitudes y circunstancias no se pregunta nada..., se acepta o se rechaza..., y mi estilo es aceptar. El charque de mono no es exactamente un manjar, pero para nada es desagradable..., es salado y bastante duro, algo así como el sustituto subdesarrollado de las papas fritas.

Casi al llegar a nuestro destino, ya sabíamos algo el uno del otro..., en realidad no mucho, lo importante, era que nos caíamos bien y cruzamos nuestras direcciones en un mundo donde el e-mail todavía no se había inventado.

Con el tiempo, más de dos años, recibí una carta de amigo, donde me invitaba a encontrarnos durante el mes de octubre del año siguiente, en un lugar del Brasil donde convergen dos afluentes secundarios del Amazonas.

El motivo de la invitación, era hacerme partícipe de un negocio de compraventa de piedras semipreciosas, que era el medio de vida de mi, ya para entonces, viejo conocido.

En el momento de recibir y leer su carta yo ya sabía cual era mi respuesta, pero de ninguna manera, podía escribir a mi amigo diciéndole que no iría.
Hay cosas que no se pueden escribir, ni mandar decir, porque el negocio francamente no me interesaba, pero la idea del viaje y el reencuentro sí me entusiasmaban.

Llegué mucho antes, no recuerdo si una semana o más, el tiempo suficiente para imaginar, que tal vez, mi amigo nunca llegaría y mi viaje no tendría otro motivo, que el que el destino quisiera, caprichosamente, asignarle.

En esas estaba yo, cuando apareció mi amigo, en el mismo lugar donde me había indicado por carta que lo haría, un muelle sobre el rió, cerca del mercado, en el mes de octubre.

Estuvimos juntos tres días, tomamos muchísima cerveza y yo le contagié, según él mismo siempre me reprochó, el hábito del mate.
Me contó muchas cosas de su vida, en Europa y en América, y siempre supe que el motivo de su invitación nunca había sido el negocio de las piedras, sino que alguien siguiera llevando sus recuerdos el día que él muriera...

Así pudo elegir él, que pedazos de su vida, arrebatarle a la muerte y al olvido, así pude yo, arrebatarle al pasado, un pedazo de tiempo no vivido..., y aprender que la palabra es el arma con que los hombres podemos derrotar al tiempo, que no es otra cosa, que el nombre que le damos, al cínico preludio de la muerte.

Alberto Juárez

Entre la vida y la muerte. Escrito por Jaime Trujillo Escobedo - España -


Hoy te traigo este artículo, es algo muy personal pero a la misma vez algo que te gustará, está escrito de una forma muy normal, y todo lo que cuento es real.

Puede que pienses que este artículo va a decir algo informativo, o algo sobre información, quizás algo relacionado con el abandono... pero no es así. Te aseguro que si lo lees, mirarás a los ojos de un perro y te darás cuenta de que no todo es belleza, hermosura o carácter, no todo debe ser perfecto para tener un gran corazón.

Ayer por la mañana, fui con un amigo a una perrera que hay aquí en Canarias. El quería adoptar un perrito, y yo lo acompañé. Nunca había visitado una perrera, pero sabía que no podría imaginarla, no sabía como sería ni lo que podría encontrarme.

Entramos por una gran puerta de hierro, cubierta de tela metálica. Caminamos por un largo pasillo, yo podía oír unos ladridos, mejor dicho, eran varios ladridos, pero no sabía lo que podría ser. Sabía que había perros, pero no sabía como serían, como estarían, ni cuántos habría.

El empleado nos abrió la puerta. Vi muchísimas jaulas, unidas, con paredes de tela metálica, candados en todas las puertas, el mismo comedero en cada una y un cobertizo para que pasaran la noche los perros.

Lo peor no era el espacio, lo peor no era la situación en la que estaban, tampoco importaba pensar en su ejercicio, ni en su aspecto, lo realmente triste e importante era saber, que algún día podrían ser sacrificados, o, si tuviesen suerte, conseguir una buena familia que los cuidase y ofreciese una vida mejor.

Caminábamos por los pasillos, observando cada uno de los perros que estaba allí. Mi amigo buscaba uno bonito, un Yorkshire para ser exactos. Yo no podía hablar, estaba cautivado por un sentimiento muy extraño, un sentimiento que nunca antes había sentido, me sentía culpable, me sentía mal por no poder ayudar a todos los perros que veía a cada paso que daba.

Sus caras, sus rostros, nunca había visto algo igual. Hay muchos rostros de tristeza por Internet, de animales y personas, pero os aseguro que varios de estos rostros ganarían el puesto a muchos rostros de tristeza en perros. Tenían un rostro triste, apagado, era algo demasiado triste. Trataba de acariciarlos a todos y cada uno de ellos, tratando a todos por igual, intentando meter mi mano por aquellos barrotes, aquellos barrotes que los separaban de una vida feliz o una muerte sin razón.

Yo no puedo explicar mucho más de lo que dije, pero os aseguro que ahora mismo, ahora estoy llorando, y os prometo que si vierais lo mismo que yo, lo mismo que he visto, lo mismo que he sentido, si os dierais cuenta de lo que sufren esos perros, miraríais al cielo de otra manera, y vuestro mundo sería diferente.

Se que un perro, al fin y al cabo, es un animal. Se que hay muchísima pobreza en el mundo, muchos orfanatos con gente muy triste, gente que no tienen la culpa de vivir así, gente que no ha tenido mucha suerte, pero al fin y al cabo, todos somos seres vivos. Deberíamos pensar que un perro no es sólo un perro, es un animal, tiene sentimientos, y lo más importante debemos pensar que ellos nunca nos abandonarían, nunca nos dejarían al borde entre la muerte o la vida, nunca nos meterían en una jaula y por supuesto, nunca serían tan injustos como lo somos nosotros.

Los dependientes y dueños de las perreras son unas maravillosas personas, son héroes del mundo animal. Intentan cada día, cada hora, cada minuto hacer que la vida de estos animales sea un poco mejor, les dan a esos perros una oportunidad para curar esa gran herida que les hicieron sus dueños. Tratan de quererlos, de cuidarlos y de darles un poco de amor, pero aún así, aún con todo el amor que ellos les den, siempre se sabe que ellos no los adoptarán. Lo adoptará gente como tú, quizás algún pariente, alguien que quiera un compañero fiel.

Cuando vamos a alguna tienda de animales y vemos esos cachorritos tan lindos, nos cegamos por un rostro muy incierto, el rostro de esos cachorros es muy alegre, es un rostro que demuestra confianza, y por supuesto, demuestra oportunidades, oportunidades de encontrar una familia que le quiera, pero lo más importante, en sus rostros no hay ese sentimiento del miedo, de la inseguridad, no hay un rostro que se pregunta cuándo será su último día, cuando podrá encontrar una familia de verdad o cuando desaparecerá de este mundo, y este rostro se ve perfectamente en un perrito de cualquier perrera.

Con este artículo no quiero obligar a nadie a adoptar un perro ni nada por el estilo, sólo quiero haceros entender que no importa el aspecto, el color, la forma... que todos son buenos seres, y que un pequeño detrás de un escaparate tiene más posibilidades de ser feliz que un pequeño de su misma edad, pero en vez de estar tras un cristal está tras una enorme puerta con rejas.

La única diferencia que hay es la de poder cambiarle la vida a un perro que quizás a sufrido muchísimo más que ese gordito pequeñín del escaparate.

El título lo elegí pensando en esos perritos, nunca sabrán si tendrán una vida digna o una muerte injusta, solo buscan una esperanza, una esperanza de encontrar una familia que los quiera.

Escrito por:
Jaime Trujillo Escobedo


Muchas gracias por haberme dado a mí también la oportunidad de poder "difundir" uno de mis artículos en un lugar tan maravilloso como es el sitio web de una Biblioteca.

Jaime
 
Ir Arriba