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Francisco Luis Bernárdez (1900 - 1978)

La ciudad sin Laura

En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia.
Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña.
La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz enamorada.
No puede haber nada tan fuerte como una voz cuando esa voz es la del alma.
En el sonido con que suena siento el sonido de una música lejana.
Y en la energía remota que la mueve siento el calor de una remota llamarada.
Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa.
Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa.
Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra.
El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura.

Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer las ilumina.
Porque este nombre las arranca de las tinieblas en que estaban sumergidas.
Una por una recuperan su resplandor espiritual y resucitan.
Una por una se levantan con el candor y la belleza que tenían.
La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso se disipa.
Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin palabras tiene vida.
Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las noches y los días.
El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta melodía.
Mi vida entera permanece porque este nombre que recuerdo no me olvida.
Porque este nombre me sostiene con emoción desde su tierna lejanía.

Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda que el silencio.
Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible como el viento.
Se conocía que vivía por la canción que lo tenía prisionero.
Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo estaba muerto.
Le pesadumbre de las horas era más íntima que nunca en aquel tiempo.
Porque las noches eran largas; porque los días de las noches eran lentos.
La tierra estaba más obscura porque faltaban las estrellas en el cielo.
El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón estaba seco.
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que pronuncio en el desierto?
¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me acompaña desde lejos?

Lejos está la dulce causa del corazón, de la cabeza y de la mano.
Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo llora vive atado.
Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que estoy cantando.
Cuando el amor está presente no puede haber nada escondido ni lejano.
La luz del fuego que me alumbra ¿no es la que alumbra el corazón del ser amado?
La llamarada que me quema ¿no es la del fuego en que se quema sin descanso?
Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden separarnos.
Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a cubierto del espacio.
Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va borrando.
El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni sobresalto.

Soneto
Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.
Silencio

No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar, quédate mudo:
que un silencio sin fin sea tu escudo
y al mismo tiempo tu perfecta espada.

No llames si la puerta está cerrada,
no llores si el dolor es más agudo,
no cantes si el camino es menos rudo,
no interrogues sino con la mirada.

Y en la calma profunda y transparente
que poco a poco y silenciosamente
inundará tu pecho de este modo,

sentirás el latido enamorado
con que tu corazón recuperado
te irá diciendo todo, todo, todo.

ESTAR ENAMORADO

Es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente
a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en
que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que
reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la
carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la
razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que
nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz
profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la
perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de
nuestra sombra está vencida.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las
noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza
distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la
canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las
primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de
una casa campesina.
Es contemplar el tren que pasa por la montaña con
las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras
entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre
pena y alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de
la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una
pequeña lucecita.

Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y
tiempo con dulzura.
Es despertarse en la mañana con el secreto de las
flores y las frutas.
Es liberarse de sí mismo y estar unido con las
otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las
lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del
torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo
compartir su noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía
sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser
hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver
a decir nunca.
Es estar seguro de tener las manos puras.

Francisco Luis Bernárdez
(1900 - 1978)
Poeta argentino, nacido en Buenos Aires.
Vivió en España de 1920 hasta 1924, donde leía a los poetas modernistas que lo influenciaron en sus primeros libros, y también trabajo como periodista en Vigo.

Cuando volvió de España se unió al grupo Martín Fierro, que cumplía una parte importante en la literaria y estética renovación de la literatura argentina.

Luego trabajo en el diario La Nación, y la revista Criterio. En 1937 fue nombrado Secretario Público de la Biblioteca, y en 1944, Director General de la Cultura Intelectual de la Justicia y Ministro de Procedimientos Públicos. Cuatro años más tarde ingresó a la Academia Argentina de Letras. Finalmente, fue incorporado al servicio extranjero de Argentina, como embajador en Madrid, hasta 1960.

Sus primeros trabajos fueron Orto (1922) y Bazar (1922), escritos siguiendo los principios del ultraísmo. Junto con Alcándara (1935), lo conectaron a la era postmodernista, pero desde la publicación de El buque (1935), trató con temas religiosos con el estilo clásico de Paul Claudel y Charles Péguy. Esta nueva fase es representada por trabajos como Cielo de tierra (1937), La ciudad sin Laura (1938), Poemas elementales (1942), Poemas de carne y hueso (1943), El ruiseñor (1945), Las estrellas (1947), El ángel de la guarda (1949), Poemas nacionales (1950), La flor (1951), Tres poemas católicos (1959), Poemas de cada día (1963) y La copa de agua (1963).

Enviado por: Corina de Cutral Có

Ana María Manceda x 3

Cuento Selección de Honor por concurso. En antología “Cinco Sentidos” de CREADORES ARGENTINOS. Abril 2010.

“DESDE EL ARBOL ROJO”


La luz rojiza fluye a través de las cortinas transparentes, iluminando de manera intermitente las perfectas caras de variadas y exóticas muñecas dispuestas en el anaquel. Algo despertó a Helena, no tenía conciencia de la hora, el calor que irradiaba la calefacción hacia pesada la atmósfera. Aún media dormida captó la belleza que provocaba la luz en las imágenes de las muñecas. De pronto escuchó un llanto de persona adulta, sonaba único en el silencio nocturno de la ciudad. A los tropezones se fue acercando a la ventana, su grácil cuerpo de trece años recibía los flashes de la luz rojiza, como si en su andar un duende la fuera fotografiando.

Su cuarto queda en el primer piso de la casa paterna, desde esa posición se observa el inmenso cartel luminoso que se encuentra en el negocio de la acera de enfrente, dominando el paisaje urbano. La calle estaba mojada por la pertinaz lluvia invernal, pero lo que más le atrajo la atención fue el soberbio Arce que disimulaba su desnudez emitiendo la luz del cartel. Al bajar la vista vio a un hombre sentado a los pies del arce, las manos en la cabeza, llorando. Transmitía tanta soledad que la niña sintió deseos de bajar y poder consolarlo ¡Imposible! Luego de un rato el desconocido se fue tambaleando. Helena ya no podía dormir, sintió vergüenza de ir hacia sus padres, prendió la luz y buscó un libro para entretenerse, miró el reloj, era casi la una de la mañana. Al fin decidió anotar en su cuaderno de “Memorias” lo sucedido, la había impactado el dolor del hombre y la belleza de las imágenes.

Desde esa noche, Helena encontró una necesidad misteriosa de esperar la oscuridad, ver el juego de luces que brillaban en las muñecas y la posibilidad que regresara el extraño al árbol rojo. Su joven mente fantaseaba con distintas historias en las que involucraba al desconocido. Hasta que una noche escuchó en la calle murmullos y quejidos, saltó de la cama y corrió hacia la ventana. Una pareja se besaba apasionada bajo el árbol, sus cuerpos fusionados se movían rítmicamente. En una de las contorsiones que los amantes ejecutaban, la niña pudo ver el rostro de la mujer, éste tenía una expresión que Helena jamás había visto en ninguna persona, sus ojos abiertos, claros, transmitían un éxtasis cercano al sufrimiento. Toda la escena parecía irreal, la soledad de la calle, el árbol desnudo y la pasión de la pareja delatada por los destellos rojos que jugaban entre las ramas invernales.

Luego que se fueron, no pudo dormir, ni leer, ni escribir. Sentía sensaciones nuevas, sus manos recorrían el joven cuerpo sorprendido, la noche se le hizo interminable.
Los padres de Helena se sorprendieron ante sus cambios de actitud. Se la veía más determinante, sus posturas de niña mimada e hija única se diluían ante una mirada que transmitía ferocidad y rebeldía. Por las noches se iba tarde a acostar, se negaba a estar pendiente si la pareja volvía. Una noche volvió a acontecer lo del hombre llorando, pero lo más sorprendente aconteció un lunes. El cansancio luego de una jornada escolar intensa hizo que fuera más temprano a su cuarto. Luego de leer un rato apagó la luz y al mirar a las muñecas su sorpresa fue muy grande al ver que las mismas brillaban bajo una luz azulada. Se acercó a la ventana y descubrió que el cartel de propaganda ya no era el mismo, lo suplió otro, de distintas características que emitía una luz azul. Anunciando la primavera, el arce lucía sus ramas con brotes como si fueran millares de zafiros. A los pies del árbol yacía una joven tapada con una capa negra, en partes abierta, por la que sé entrevía un vestido de tules, como de bailarina. Buscó su cara, cuando la luz azul la mostró, reconoció a la amante desconocida, estaba desfigurada y con una expresión de terror. Helena se fue a acostar, esta escena la había impresionada de tal manera que sintió su niñez huyendo para siempre, se tapó la cabeza con la almohada y lloró.

Los días primaverales comenzaron a alegrar la vida, el invierno dejó su energía para que ésta se desplegara. Las noches eran tranquilas, solo rompía la armonía el aullido de las sirenas policiales y de las ambulancias. Una tarde, casi a la finalización de las clases, Helena volvía del colegio, los pájaros aturdían en el frondoso arce, unas vecinas pasaban con sus compras, conversando de manera alterada.- Ella lo mató -¿Quién, la bailarina? - Sí, se querían mucho, pero él la celaba y parece que le pegaba, llegó a desfigurarla. Helena no quiso escuchar más, aparecieron en su mente imágenes dispersas, caras de sufrimiento, el tul de la mujer bajo la capa, su cara de terror. Aceleró el paso, no podía contener las lágrimas, sintió asco y rechazo hacia algo pegajoso que se adhería a su cuerpo adolescente. Sintió la necesidad de estar con sus padres y sentirse de nuevo pequeña, muy pequeña.



Imagen: ART.COM Planicie de Masai Mara, Kenia -James Urbach

¿COMPLICIDAD?

Fue un año duro
Viajé desde la nieve a la infancia.
Muy fatigada
¡Tantos otoños dorados me pasaron!
Y tú estabas ahí
en una casa que nunca habité
como si al mudarte me arrancaras
para siempre de tu vida.
Tu mirada era dura,
te estabas muriendo
y tu mirada era dura
¿Cuál era el reproche?
No pensabas que viajaba
cientos de kilómetro atravesando
soledades
soledades y abismos.
Llegó el invierno, no nos despedimos.
Todo quedó paralizado
Regreso
vacía, huérfana, estéril.
Me refugio en mi hogar de la nieve
Planea la primavera
se atrasó la floración en el jardín
y la ladera de los montes.
¿Complicidad?
Debe existir algo mágico
llegas tú, joven eternidad
la naturaleza estalla
en mi jardín casa de nieve y
en las laderas de los montes.
Todo está florecido.



imagen DEVIANTART

CUENTO . AUTOR: ANA MARÍA MANCEDA.EN ANTOLOGÍA JUNÍNPAÍS 2007
“ QUERIDOS AMIGOS”

La tarde tibia y luminosa era una fiesta. Ya se sentía en el aire el típico olor a azahares y los gorriones aturdían desde la arboleda de la calle siete. Octubre en La Plata, Anouk iba hacia el encuentro de Michael, estos nombres la divertían, había sido una propuesta del profesor de la Alianza Francesa que cambiaran sus nombres por seudónimos franceses, ellos aceptaron. Michael estaba esperándola en el Café, sentado en una de las mesas de la vereda, con sus ojos verdes chispeantes de picardía, como asegurándole otro encuentro divertido. Se saludaron y la tarde estalló de primavera. Tenían que repasar lecturas y memorizar poesías; Sartre.. .Jacques Prévert. Las risas interrumpían los estudios como compitiendo con el bullicio que producían los gorriones. En un momento de extraño silencio la mesa se fue oscureciendo, toda la energía fluía en cámara lenta. Una sombra se interponía entre el sol del atardecer y la mesa repleta de libros, cafés, puchos y las juveniles siluetas. Levantaron la vista; altanera, inmensa, doña Teresa los miraba desde su altura de matrona adinerada, envuelto su gordo cuello con cadenas de oro. Una niña de unos doce años, de aspecto humilde, estaba a su lado, haciendo equilibrio con los paquetes de las compras de la doña. Saludos corteses, miradas huidizas y ahí partieron la matrona y su pequeña víctima. Ni bien se alejó la extraña pareja, la risa estalló entre los amigos, luego prosiguieron sus lecturas. Llegando a la Alianza reconocieron a lo lejos la figura alta y con tendencia a la obesidad de Amelie. La querían mucho, era una treintañera con mohines de adolescente, solidaria y buenaza. Amelie los esperaba ansiosa, necesitaba de ellos, eran su salvación, ese fin de semana organizaría un té en su departamento del cual sería invitado especial el hombre por el cual, según ella, estaba rechiflada.

Alberto era maestro, morocho y ayudante de un cura en una villa de emergencia, su madre, doña Teresa, lo detestaba. Si ellos iban ayudarían a Amelie a distraer a su madre y aflojar tensiones. Por supuesto los amigos aceptaron, no sin gastarle bromas y pidiéndole la tarta de frutillas de la cual Amelie era especialista.

Llegaron cuando el sol jugaba a esconderse tras la fronda de los tilos. No quisieron esperar el ascensor, subieron los dos pisos tomados de la mano, entre saltos y comentarios risueños. En un momento Anouk sintió como que algo la afligía, giró la cabeza hacia atrás y le pareció percibir que una sombra grotesca iba hundiendo los escalones por ellos pisados, fue un segundo, la angustia desapareció al llegar al elegante departamento. Al sonar el timbre abrió la puerta la chiquilla-víctima. Los jóvenes amigos miraron con ternura a la patética presencia vestida con delantal y cofia de puntillas, entraron a la sala donde se serviría el té. Como siempre estaban tentados por la risa, pero debieron admitir en su fuero íntimo que el departamento estaba decorado con muy buen gusto, donde se mezclaban objetos antiguos y modernos de alto valor. Se sentaron e inmediatamente entró doña Teresa, elegante, dominante, en su mano portaba una campanilla de plata, sus dedos estaban adornados con anillos de oro, uno de los cuales lucía un zafiro cuyo brillo azulado parecía querer hipnotizarlos. Al sentarse hizo sonar la campanilla, como aparecida de la nada llegó la chiquilla con masas y confites. Al rato arribó Alberto y Amelie radiante salió a recibirlo. Su atuendo escapaba del buen gusto dado el tipo de invitados y la hora de la reunión, el vestido de lamé resaltaba su gruesa figura, pero su cara parecía competir con el brillo de la tela, irradiando una luz que solo provoca el amor.

Alberto, de manera apasionada, comentaba los problemas sociales de la villa. Anouk pensaba que a pesar de las ricas tortas, la suave melodía, la elegancia del lugar y algunas risas de compromiso, era un sufrimiento estar en esa jaula de oro de atmósfera surrealista. Con Michael aceptaron una copa de Jeréz, milagrosa bebida que aflojó un poco la tensión que fluía en el lugar.

De pronto, Alberto, siempre espiado, despreciado, por la mirada atenta de doña Teresa, comenta que pidió una licencia de seis meses en el colegio para acompañar al Padre en un trabajo social en el Noroeste. Pobre Amelie, se apagó, se marchitó y su madre se iluminó. La fiesta no daba para más, Alberto se despidió, con un dejo de dignidad Amelie lo acompañó hasta el ascensor, cuando regresó parecía destruida. Los amigos aprovechaban para retirarse pero su compañera les pidió que se quedaran un rato más_ Les traigo los poemas de Prévert, ya vuelvo.

Otra copa de Jeréz y la charla se hizo amena; películas, actores, pinturas. El tiempo pasó, Amelie no regresaba. La niña fue enviada a buscar a la señorita, sus compañeros ya se retirarían. Un chillido de terror invadió la casa, corrieron hacia el interior, la chiquilla estaba al lado del ventanal que daba por medio de un balcón hacia la calle, se fueron acercando. Anouk, asustada, se aferraba al brazo de su amigo. La doña, que había llegado primera al balcón, se balanceaba como una masa sin sentido. De una de las ramas más gruesas de un añoso Tilo, pendía el cuerpo ahorcado de la desgraciada Amelie. Una atmósfera de irrealidad rodeaba a la escena, lo único que escapaba de la tragedia eran las frondas de los árboles que se tocaban por el susurro de la brisa, dejando pasar las luces de neón que iluminaban la silueta inerte de Amelie.


Pasaron los años, otra juventud, otras sombras recorren la calle siete, pero siempre en cada primavera resurge el canto de los gorriones que habitan su arboleda, como festejando juveniles risas y los sonidos fantasmales de poéticas voces que recitan poemas de Prévert :
“... Y después dormirnos, despertarnos, padecer, envejecer.
Dormirnos de nuevo. Soñar con la muerte. Despertarnos, sonreír y reír y rejuvenecer...”

Imagen: zoewiezo.deviantart.com

¡¡GRACIAS

ANA MARÍA!!


http://buceandoenelinfinito.blogspot.com/

AMIGO. Por ANA MARÍA MANCEDA




Te regalo esta esfera porque ahí se contienen todas mis cosas
las ilusiones, los proyectos, la esperanza.
Te regalo esta esfera porque ahí se contienen mis recuerdos
mis amores y las huellas profundas que marcó el tiempo.
Es íntegra, no está soldada, no hay junturas
por las que pueda huir sigiloso el mundo que te ofrezco.
Ya está limpia, depurada de rencores, de codicias, de envidias
de perezas.
Te regalo esta esfera, brillante como el sol
solemne como las otras estrellas, taciturna como la luna.
Tiene la forma del cosmos
y todo, todo lo que tengo se contiene en ella.
Te regalo esta esfera, sus códigos están en palabras
¡Tómala amigo!
Verás como gira, va ahí como la Tierra
Pero nada tendría sentido, amigo
si tú no la acompañaras como si fueras planeta.

IMÁGEN: www.librodearena.com


EL ALETEO DE LA MARIPOSA. Por ANA MARÍA MANCEDA ( La nostalgia desde el punto de vista de la Teoría del Caos)





Creí que estaba en reposo la nostalgia,
pero en algún lugar del universo
aleteó una mariposa.

Como un río viajando por su cauce,
la mente esculpida a cada instante
timonea emociones en la rutina.
El caos acecha transparente,
lo simple se vuelve complejo
lo equilibrado comienza el desorden ,
lo invisible se presenta inexorable.

Porque la nostalgia es perversa, parásita, seductora.
Omnipresente, se mezcla con el flujo de la sangre,
con el aire que inspiramos.
El bello paisaje se cubre de neblina,
la música escuchada proviene desde las sombras
y pinta las caras extrañas que deambulan por las calles.
entonces...
El poema es incipiente y el temido llanto asoma.

Creí que estaba en reposo la nostalgia,
pero en algún lugar del universo aleteó una mariposa.






EL ALETEO DE LA MARIPOSA.
ANA MARÍA MANCEDA

MENCIÓN DE HONOR
CONCURSO INTERNACIONAL
EDIT. NOVELARTE
(CÓRDOBA.ARGENTINA) 2006.

EN ANTOLOGÍA:
“ARTE EN TRES TIEMPOS”

Imágen: Barco de mariposas. Dalí




BUCEANDO EN EL INFINITO
Escribo porque eso me da alas. Puedo volar hacia mis nostalgias, hacia mi interior, abanicar al otro, recorrer el mundo y mirar a GAIA.
Escribo porque eso me da otras vidas, con la mía no me alcanza.

Pisar la imágen, para leer más sobre la autora

¡¡GRACIAS ANA MARÍA!!

Amor-amor que es, simplemente amor. Amor y amor... ¡y nada más que amor! - Contesta VIC de Ávila

¡Todo era amoramor! No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor. No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla, amor al portador, amor a plazos. Amor analizable, analizado. Amor ultramarino. Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche… lleno de prevenciones, de preventivos; lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula, chorreado de merengue, cubierto de flores blancas…
Amor espermatozoito, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso…
Amor con sus accesorios, con sus repuestos; con sus faltas de puntualidad, de ortografía; con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes, de los bomberos. Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas, que arranca los botones de los botines, que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor-amor que es, simplemente amor. Amor y amor… ¡y nada más que amor!


Oliverio, Girondo (1891 – 1967) Poeta argentino que adhirió a la estática de las vanguardias durante la década del ´20. Su obra marcó la literatura argentina contemporánea. Entre sus títulos más destacados están: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, Espantapájaros, Persuasión de los días, En la masmédula.

“Todo era amor” en Espantapájaros, 1932. Tomado para la edición de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía…, Buenos Aires, Biblioteca Básica Argentina, Centro Editor de América Latina, 1991. Gentileza herederos de Girondo.


Video: Emilie Simon Flowers



Gentileza: Vagabundia

Emilie Simon: Flowers (traducida al castellano)

i want to buy you flowers (quiero comprarte flores)
it's such a shame you're a boy (es una pena que seas un chico)
but when you are not a girl (pero cuando no eres una chica)
nobody buys you flowers (nadie te compra flores)

i want to buy you flowers (quiero comprarte flores)
and now i'm standing in the shop (y ahora estoy parada en la tienda)
i must confess i wonder (confieso que quiero saber)
if you will like my flowers (si te van a gustar mis flores)

you are so sweet and i'm so alone (eres tan dulce y yo estoy tan sola)
oh darling please (oh, querido, por favor)
tell me you're the one (dime que tú eres el que espero)

i'll buy you flowers (te voy a comprar flores)
i'll buy you flowers (te voy a comprar flores)
like not other girl did before (como ninguna chica hizo antes)

you were so sweet and i was in love (eras tan dulce y yo estaba enamorada)
oh darling don't tell me (oh, querido, no me digas)
you found another girl (que encontraste otra chica)
forget the flowers (olvídate de las flores)
because the flowers (porque las flores)
never last for ever (nunca duran para siempre)
never last for ever (nunca duran para siempre)
never last for ever (nunca duran para siempre)
my love (mi amor)
.................................
Imágen seleccionada:

¿Qué es? Pregunta Alberto Juárez

Estar alegre, suave, áspero
triste
ardiente, deseado, apasionado
animoso, altivo.
Mezcla rara de un sentir dulce
desnudo, transparente, tierno
extraño, eterno, fugaz
deleitoso, atrevido, esquivo.
Ser humilde
hermoso, fragante, puro
inquieto, inocente, culpable
insobornable
íntimo
infinito, liberal, leal
mortal.
Mostrarse
nostalgioso, ofendido
prodigioso, profundo
seguro, incierto, perdido
receloso, satisfecho
callado
cobarde, valiente, fugitivo.
El amor
¿un sustantivo?


( photo by gelliespinault )
 
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