Entre la vida y la muerte. Escrito por Jaime Trujillo Escobedo - España -


Hoy te traigo este artículo, es algo muy personal pero a la misma vez algo que te gustará, está escrito de una forma muy normal, y todo lo que cuento es real.

Puede que pienses que este artículo va a decir algo informativo, o algo sobre información, quizás algo relacionado con el abandono... pero no es así. Te aseguro que si lo lees, mirarás a los ojos de un perro y te darás cuenta de que no todo es belleza, hermosura o carácter, no todo debe ser perfecto para tener un gran corazón.

Ayer por la mañana, fui con un amigo a una perrera que hay aquí en Canarias. El quería adoptar un perrito, y yo lo acompañé. Nunca había visitado una perrera, pero sabía que no podría imaginarla, no sabía como sería ni lo que podría encontrarme.

Entramos por una gran puerta de hierro, cubierta de tela metálica. Caminamos por un largo pasillo, yo podía oír unos ladridos, mejor dicho, eran varios ladridos, pero no sabía lo que podría ser. Sabía que había perros, pero no sabía como serían, como estarían, ni cuántos habría.

El empleado nos abrió la puerta. Vi muchísimas jaulas, unidas, con paredes de tela metálica, candados en todas las puertas, el mismo comedero en cada una y un cobertizo para que pasaran la noche los perros.

Lo peor no era el espacio, lo peor no era la situación en la que estaban, tampoco importaba pensar en su ejercicio, ni en su aspecto, lo realmente triste e importante era saber, que algún día podrían ser sacrificados, o, si tuviesen suerte, conseguir una buena familia que los cuidase y ofreciese una vida mejor.

Caminábamos por los pasillos, observando cada uno de los perros que estaba allí. Mi amigo buscaba uno bonito, un Yorkshire para ser exactos. Yo no podía hablar, estaba cautivado por un sentimiento muy extraño, un sentimiento que nunca antes había sentido, me sentía culpable, me sentía mal por no poder ayudar a todos los perros que veía a cada paso que daba.

Sus caras, sus rostros, nunca había visto algo igual. Hay muchos rostros de tristeza por Internet, de animales y personas, pero os aseguro que varios de estos rostros ganarían el puesto a muchos rostros de tristeza en perros. Tenían un rostro triste, apagado, era algo demasiado triste. Trataba de acariciarlos a todos y cada uno de ellos, tratando a todos por igual, intentando meter mi mano por aquellos barrotes, aquellos barrotes que los separaban de una vida feliz o una muerte sin razón.

Yo no puedo explicar mucho más de lo que dije, pero os aseguro que ahora mismo, ahora estoy llorando, y os prometo que si vierais lo mismo que yo, lo mismo que he visto, lo mismo que he sentido, si os dierais cuenta de lo que sufren esos perros, miraríais al cielo de otra manera, y vuestro mundo sería diferente.

Se que un perro, al fin y al cabo, es un animal. Se que hay muchísima pobreza en el mundo, muchos orfanatos con gente muy triste, gente que no tienen la culpa de vivir así, gente que no ha tenido mucha suerte, pero al fin y al cabo, todos somos seres vivos. Deberíamos pensar que un perro no es sólo un perro, es un animal, tiene sentimientos, y lo más importante debemos pensar que ellos nunca nos abandonarían, nunca nos dejarían al borde entre la muerte o la vida, nunca nos meterían en una jaula y por supuesto, nunca serían tan injustos como lo somos nosotros.

Los dependientes y dueños de las perreras son unas maravillosas personas, son héroes del mundo animal. Intentan cada día, cada hora, cada minuto hacer que la vida de estos animales sea un poco mejor, les dan a esos perros una oportunidad para curar esa gran herida que les hicieron sus dueños. Tratan de quererlos, de cuidarlos y de darles un poco de amor, pero aún así, aún con todo el amor que ellos les den, siempre se sabe que ellos no los adoptarán. Lo adoptará gente como tú, quizás algún pariente, alguien que quiera un compañero fiel.

Cuando vamos a alguna tienda de animales y vemos esos cachorritos tan lindos, nos cegamos por un rostro muy incierto, el rostro de esos cachorros es muy alegre, es un rostro que demuestra confianza, y por supuesto, demuestra oportunidades, oportunidades de encontrar una familia que le quiera, pero lo más importante, en sus rostros no hay ese sentimiento del miedo, de la inseguridad, no hay un rostro que se pregunta cuándo será su último día, cuando podrá encontrar una familia de verdad o cuando desaparecerá de este mundo, y este rostro se ve perfectamente en un perrito de cualquier perrera.

Con este artículo no quiero obligar a nadie a adoptar un perro ni nada por el estilo, sólo quiero haceros entender que no importa el aspecto, el color, la forma... que todos son buenos seres, y que un pequeño detrás de un escaparate tiene más posibilidades de ser feliz que un pequeño de su misma edad, pero en vez de estar tras un cristal está tras una enorme puerta con rejas.

La única diferencia que hay es la de poder cambiarle la vida a un perro que quizás a sufrido muchísimo más que ese gordito pequeñín del escaparate.

El título lo elegí pensando en esos perritos, nunca sabrán si tendrán una vida digna o una muerte injusta, solo buscan una esperanza, una esperanza de encontrar una familia que los quiera.

Escrito por:
Jaime Trujillo Escobedo


Muchas gracias por haberme dado a mí también la oportunidad de poder "difundir" uno de mis artículos en un lugar tan maravilloso como es el sitio web de una Biblioteca.

Jaime
 
Ir Arriba